Esta obra escrita en 1513, por Nicolás Maquiavelo, está estructurada en XXVI
capítulos en los que narra las vivencias y experiencias
producto de su observación en Florencia, Italia, cuando ocupó altos cargos de
gobierno, de las cuales extrajo una serie de reflexiones a raíz de las
revueltas y conspiraciones frecuentes, y las actuaciones y decisiones tomadas
por los gobernantes para mantenerse y conquistar nuevos espacios de poder.
Nicolás
Maquiavelo escribe su obra dedicada al nuevo Príncipe de Florencia, Lorenzo de Médicis, hijo de Pedro de Médicis,
para congraciarse con él y volver a ocupar un cargo de gobierno en esa ciudad.
De allí la claridad de su narrativa en la que recoge la definición de
principado, clases y modos de adquirirlos; cómo deben gobernarse y conducirse;
de qué forma huir de los aduladores; como mantenerse en el poder; la manera de
conquistar otros espacios; en fin, aspectos vinculados al arte de gobernar cuya
vigencia sorprende luego de transcurridos más de cinco siglos.
Las
reflexiones y recomendaciones con relación a las prácticas del poder y el rol que
desempeña quien lo ejerce, el Príncipe, es una constante en la obra, que
muestra aspectos relevantes sobre cómo vencer a los enemigos, minimizar las conspiraciones,
conquistar nuevos espacios, manipular a los súbditos, mostrar acciones
ejemplificantes, ganarse el respeto y el temor del pueblo, con el único
propósito de mantener el control y dominio absoluto de quienes conforman el
principado.
A lo
largo de la historia, la obra de Maquiavelo se ha mantenido vigente, tan es así
que hoy en día, en el contexto sociopolítico que vive nuestro país, no podemos
leerla sin vincularla directamente a las prácticas de nuestros gobernantes en
los últimos 16 años, cuyas acciones han estado orientadas a satisfacer sus
ambiciones de perpetuarse en el poder, manipulando al pueblo, haciéndolo cada vez más
dependiente de las dádivas del gobernante, hasta doblegar su voluntad. En ese sentido,
a continuación citaremos algunos fragmentos que nos llamaron la atención y
sirven para ilustrar lo que referimos:
“El
principado surge gracias al pueblo o a los grandes…El que llega con la ayuda de
los grandes se mantiene con más dificultad que el que llega con ayuda del
pueblo; porque se encuentra rodeado de muchos que se tienen por igual que él, y
por eso no puede mandarlos ni manejarlos a su manera”.
“Un
príncipe prudente debe imaginar un modo por el cual sus ciudadanos, siempre y
en cualquier circunstancia, tengan necesidad del Estado y de él, así siempre le
serán fieles”.
“Lo
peor que puede esperar un príncipe del pueblo que no lo ama es ser abandonado
por él; pero si les son contrarios los grandes, no sólo debe temer verse
abandonado, sino también verse destruido por ellos; porque teniendo tales
hombres más previsión y astucia, avanzan siempre a tiempo para salvarse, y
buscan dignidades al lado de aquel que esperan que venza”.
“Uno
que se convierta en príncipe mediante el favor del pueblo debe conservarlo como
aliado: lo cual le es fácil, porque el pueblo le pide no ser oprimido”.
Observamos
en nuestra lectura que de alguna manera esta obra justifica cualquier acto de
gobierno dejando a un lado valores éticos y morales dado que lo que importa es
conservar el poder a como dé lugar… “el hombre que quiera conducirse siempre será la víctima de tantos otros que
son malos”.
“Nunca
debe dejarse empeorar un mal por temor a guerra, pues al cabo ésta no se evita
y solamente se dilata en daño propio. El príncipe que labra el engrandecimiento
de otro, labra su propia ruina. No es aconsejable la alianza con otro más
poderoso para atacar a un tercero, porque después de la victoria se queda a su
merced”.
El
gobernante “nunca debe mostrar debilidad porque eso socava el poder”, tampoco
debe mostrar el poder a otro más fuerte, porque eso acaba con el poder.
“Ser
astuto como un zorro y fuerte como un león” es otra de las recomendaciones que
hace Maquiavelo a quien quiera tener el poder. Esto aplica no sólo a los
gobernantes, sino también a los líderes de las organizaciones que en definitiva
también se manejan en el ámbito político.
Precisamente el capítulo IX, referido al
principado civil, ofrece luces sobre lo que pudiera compararse hoy a la luz de
la realidad política actual de Venezuela. En este punto, Maquiavelo hace
énfasis en el poder que se sustenta en los ciudadanos, y que requiere de cierta
astucia para manejar, por una parte al pueblo; y por la otra, a los poderosos.
En
ese orden, cuando el poder se obtiene del pueblo, hay mayores garantías porque
éste lo único que pide es ser protegido y no oprimido, mientras que en el caso
de los poderosos, éste resulta mucho más difícil de mantener pues siempre
intentan ser competencia del Príncipe, entiéndase mandatario o Presidente.
Para
satisfacerlos, deberá oprimir a todo el pueblo, con lo que se ganará la
enemistad de éste y acabará perdiendo el poder (caso CAP II); pero si logra
ganar la amistad del pueblo siendo su protector y haciéndole favores, podrá
mantenerse.
Si
se obtiene el poder con el favor popular, se conserva una autoridad indiscutida
y sólo hay que ofender a la minoría de los poderosos y quitarles su poder,
mientras que el pueblo amará al Gobernante por no ser oprimido.
Como
lo determinante es tener del propio lado al pueblo, en este caso el príncipe
tendrá éxito. Pero para ello debe conducirse adecuadamente con los
poderosos: si éstos dependen del príncipe, le bastará con beneficiarlos (en la
justa medida), pero si se mantienen independientes de él habrá que cuidarse de
ellos (salvo que lo hagan por puro temor, en cuyo caso habrá que saber
comprarlos y utilizarlos).
Luego
vendrá el momento en que el principado de civil haya de convertirse en
absoluto, es decir, el momento en que el príncipe se haga de todo el poder.
Éste es el momento más difícil y sólo hay una oportunidad para llevarlo a cabo
con éxito. Para eso es importante que el príncipe gobierne directamente, pues
si lo hace por intermedio de ciudadanos en función de magistrados éstos
fácilmente podrán arrebatarle el poder. Ello puede solucionarse si se garantiza
que los ciudadanos sean siempre dependientes del príncipe de modo que le sean
fieles. Cuando se observa este ejercicio, a la luz de la realidad venezolana,
se observa un seguimiento fiel del lineamiento Maquiavélico, y se constanta a
través de una permamencia en el poder de un grupo que, luego de dieciseis años,
se mantiene a pesar de los desaciertos.
Maquiavelo y la Gerencia
Ahora
bien, en el caso más relacionado con el término moderno de la Gerencia, podría
hacerse igualmente las analogías. En ese orden, Maquiavelo expresa que el
Príncipe no debe perder de vista que el compromiso fundamental es mantener el orden
y la supervivencia, lo cual puede ser aplicado también en la empresa. En ese
sentido, el poder se usa como un medio que no tiene límites ni condiciones.
El
gerente al igual que el Príncipe, si lo que quiere es tener éxito debe partir
del autoconocimiento y luego aprender a
conocer a la gente con la que trabaja. No perderse en la adulancia de quienes
se presentan como amigos y lo que quieren es mantenerse en el cargo y obtener
el reconocimiento y los beneficios del gerente.
“La
bondad y el amor por sí solos no doblegan al hombre. Incluso, el temor es más
confiable: siempre que esto no se vuelva en odio, que destruye el mínimo de
respeto que los súbditos deben conservar para aquellos que los gobiernan. Por
eso decía que en los casos límite ser temido siempre es mejor que ser amado”. En
estos tiempos en que se habla de un liderazgo transformacional consideramos que
este planteamiento se aleja de la gerencia moderna y del rol del gerente”.
No
obstante, hay ciertos principios que aplican porque, inclusive en entornos que
piden más cercanía del líder con sus subordinados (el pueblo), ciertas dosis de
temor pueden estar expresadas en la posibilidad de que los subordinados
puedan perder algunos beneficios o
protecciones representadas por algunas acciones del gerente.
Lo
cierto en todo caso, es que en las organizaciones, tengan éstas las dimensiones
que tengan, el factor humano, con su compendio de miserias, y en la dinámica
del juego del y por el poder, no escapa ni se alejan las recomendaciones que
hacía hace mas de cinco siglos el “asesor” al Príncipe Médicis, porque al fin
de cuentas, el juego del poder está siempre presente con sus reglas o quizá,
con la falta de éstas.