jueves, 9 de abril de 2015

La Ola: los límites del liderazgo autocrático





Lo que le falta a nuestra generación, la meta en común, algo que nos una”…esta frase pronunciada en los primeros minutos de la película La Ola (Dennis Ganzel, 2008) por unos jóvenes que conversaban al calor de unos tragos y el desenfreno de una noche de fiesta, nos llama profundamente la atención, y es que la instauración de un modelo de liderazgo autocrático en cualquier organización social, desde un nivel micro, la familia, hasta un nivel macro, el país, pasando por empresas, aulas de clase, ONG, etc., a nuestro juicio tiene mucho que ver con las carencias y debilidades individuales y grupales que se manifiestan en un momento determinado. 

El proyecto pedagógico emprendido por R. Wenger, de enseñar la autocracia a través de un proyecto experimental, resulta interesante y termina siendo peligroso, al constatar la negación expresada por los jóvenes, en la fase inicial, de la imposibilidad de que se repita el fascismo en la Alemania contemporánea, manifestada en una acalorada discusión durante el primer día en el aula…”de ninguna manera (podría repetirse el fascismo), somos mucho más inteligentes ahora”

Liderazgo, poder y ética

El liderazgo autocrático asumido por Wenger, electo por los estudiantes; la imposición del orden, la disciplina y el respeto, “…se dirigen a mi como el Sr. Wenger”…; la definición de valores “…la fuerza a través de la unidad”…; la escogencia de un uniforme, camisa blanca; un nombre, La Ola; un saludo; el espíritu de cuerpo, manifestado durante el partido de waterpolo; y algunas prácticas para comunicarle al mundo su existencia, consolidaron en muy poco tiempo este proyecto autocrático, en donde se evidencia una vez más que no basta sólo con la inteligencia para erradicar de la sociedad un modelo que ha resultado a todas luces nefasto para la humanidad.


Los seguidores de un ideal, por lo general esperan de quien ejerce la autoridad tres cosas fundamentales: dirección, protección y orden, (R. Heifetz, 1997); en momentos de pérdida de rumbo, incertidumbre, necesidades apremiantes, insatisfacciones, desconfianza, existe la tendencia a inclinarse por un tipo de liderazgo fuerte, autoritario, que rompa con lo existente, que se imponga y controle, tal es el caso de lo ocurrido a los estudiantes en La Ola o lo que, a nuestro parecer, nos ha correspondido vivir a los venezolanos en los últimos 16 años, luego de clamar como sociedad, en el año 1997, por un cambio ante el poder establecido, corrupto y desgastado.

La ética del líder autocrático arropa la ética del pedagogo, eso lo vemos en la película cuando Karo le advierte al profesor Wenger que el proyecto se le ha escapado de las manos. Ignora su advertencia con un dejo de indiferencia, quizás porque notó en ella principios que su propuesta no pudo doblegar, situación inaceptable para el autócrata.

Propósito compartido

Motivados por la figura del líder y los cambios en su estilo de vida, los miembros de La Ola se sintieron parte de un movimiento con propósito y valores compartidos, que los llevó a protegerse entre ellos, a unirse en contra del adversario, representado no sólo por el grupo de los anarquistas o los rivales en el partido de waterpolo, sino también por los propios que decidieron no cumplir con algunas de las normas establecidas, como Karo y Mona.
 
La aniquilación del adversario o de quien no se subyugue ante los designios del líder está presente en el comportamiento de los más radicales como Tim (termina suicidándose), que por lo general suelen ser personas con serios trastornos afectivos que únicamente consiguen su lugar y propósito en la vida siendo parte de un movimiento radical como La Ola; un experimento cuyo resultado evidencia una vez más las terribles deformaciones sociales que ocasionan líderes que ejercen un poder omnímodo. 

La Ola demuestra los límites indeseables del abuso de poder, de la fe ciega y de los extremismos. De ahí que en toda organización social, política, empresarial, educativa, cultural, etc., debe existir un espacio para la continua reflexión y contraloría del accionar del liderazgo, para evitar los excesos que pueden devenir en un estancamiento, un retroceso o involución, dañino para la supervivencia y la obtención de las metas y el bienestar colectivo.