“Esta nación tiene sed de
grandeza”... la frase expresada por el personaje del presidente de
Sudáfrica, Nelson Mandela, en la película Invictus (Clint Eastwood, 2009) recoge la visión de
un líder cuyo accionar podemos identificar en lo que autores denominan
liderazgo transformacional, cuya doctrina se construye a partir de valores,
integridad de voluntades y bien común, por encima de intereses y habilidades individuales.
Obtener
el reconocimiento y respeto como Presidente de la nación; evitar una guerra
civil; conducir a todos los sectores, y principalmente al que representa, por
el difícil camino de la reconciliación y no por el de la retaliación y
venganza; lograr cohesionar a los ciudadanos en función del propósito común de
ganar el Mundial de Rugby de 1995, devolviéndole a su pueblo la capacidad de
tener un sueño colectivo de superación, se refleja en esta historia cuyo
protagonista es reconocido a nivel mundial como un indiscutible líder.
Luego
del triunfo obtenido en las elecciones presidenciales, el mayor reto para
Mandela sería lograr la gobernabilidad en un país fracturado, separado no sólo
ideológicamente sino también en cuanto a valores, rasgos de identidad, gustos y
tradiciones, consecuencia de décadas de discriminación racial que implica la
exclusión cultural, social, política y económica. Un abismo que parecía infranqueable entre el
mundo de los blancos y los negros. Lo anterior se evidencia en una escena en la
que un niño va a un centro de beneficencia y lo único que recibe es una franela
usada del equipo de Rugby The Springbooks que se niega a recibir. Prefiere no
tener ropa a vestirse con los símbolos del opresor.
Modelo para sus seguidores
“Déjenme guiarlos ahora”…No
se puede dar lo que no se tiene. Mandela permaneció por casi 30 años en
prisión, conoció de primera mano a su adversario, lo estudió aprendió de él y
también aprendió a perdonarlo. No fue un santo, ni pretendió serlo, reconoció
incluso públicamente en una entrevista de TV, su animadversión contra el equipo
The Springbooks, por lo que representaba: el apartheid.
No
obstante, como estratega entendió que valiéndose del equipo de rugby, de su
significado para un sector de la sociedad (los blancos) e incluso lo que podría
llegar a representar para los negros (el jugador Chester), y de la campaña de
imagen que incluía encuentros en los barrios con los niños, podría iniciar el
proceso de reconciliación social.
“Haré lo que haga falta para
terminar el ciclo”…El rol de Mandela a lo largo de la trama de
Invictus evidencia un líder en posición de autoridad, respetado y admirado por
sus seguidores, con una fuerte visión y personalidad que le permitió cambiar
las expectativas, percepciones y motivaciones a toda una sociedad. Recordemos
lo ocurrido durante la reunión con los representantes del deporte de su partido
cuando pretendían eliminar a The Springbooks o la influencia que logra ejercer
en el capitán del equipo François Pienaar, a
quien inspira y motiva para alcanzar el triunfo no sólo de la Copa Mundial de
Rugby, sino el logro que suponía la reunificación de toda una nación, ávida de grandeza.
En
el transcurso de la película identificamos en Mandela las cuatro características que según Bass
(1994) posee un líder transformacional: estimulación intelectual (desafío
del status quo – superación de las prácticas del apartheid), consideración individualizada (comunicación
con los sectores de la sociedad, búsqueda de modelos forma individuales y
colectivos); inspiración y motivación
(articulación de los sectores de la sociedad hacia logros comunes -ganar el
Mundial de Rugby-, sobredimensionar los logros hacia otras áreas de interés
común); Influencia idealizada (nexo racional y afectivo que lo transforma en
paradigma e inspiración entre diversos sectores de la sociedad, en este caso,
la trascendencia de Mandela como líder es histórica y obtiene el reconocimiento
mundial).