Nos
permitimos iniciar este análisis de la película El Justiciero (Donald Petrie,
2014) citando una definición de ética del ex rector de la Universidad Católica
Andrés Bello, Pbro Luis Ugalde: “La ética nos habla de conciencia, de “deber
ser” y de responsabilidad. La persona humana parece ser el único viviente en
esta tierra que no tiene un código determinado por el instinto, sino que tiene
una guía normativa interna de conducta, que libremente podrá ser seguida o no.
No sólo es deber ser sino también motivación, sentido y amor que mueve y decide
las actuaciones y conductas.
“La ética en el fondo conecta el bien ajeno y
el bien propio: “ama al prójimo como a ti mismo”. En la ética se encuentran el
“yo” y los “otros” en el “nos-otros” donde el bien del otro es vivido como bien
propio”. Efectivamente, nos encontramos ante una película de acción cuya trama
o realidad trasciende y nos permite un análisis del comportamiento ético del
individuo en cualquier tipo de organización social.
Empresas
éticas
Cuando
nos referimos a una empresa en el contexto del siglo XXI, su comportamiento ético se expresa a través
de lo que se ha denominado “responsabilidad social empresarial” (Caroll), que
abarca desde aspectos estrictamente económicos como la responsabilidad de
maximizar las ventas y minimizar los costos en la producción de bienes o
servicios, hasta las exigencias sociales y ecológicas; por ejemplo, el respeto
a la dignidad de todas las personas, sean miembros o no de la empresa, así como
de los derechos básicos que poseen.
El
concepto de justicia organizacional se refiere a las percepciones que los
empleados tienen sobre lo que es justo y lo que es injusto dentro de las
organizaciones a las que pertenecen (Omar, A. 2006). Algunos autores (Cohen-Charash
y Spector, 2001; Greenberg, 2001) han resaltado que la justicia organizacional
sufre la interferencia de los patrones culturales predominantes en cada país;
es decir, los valores actúan como moduladores de las asociaciones entre las
percepciones de justicia y las variables actitudinales y comportamentales
presentes en el contexto organizacional.
En
la película se aborda el tema de las organizaciones delincuenciales conocidas
como mafias, en especial la Mafia Rusa, detonante de las acciones emprendidas
por el protagonista Mc Call. Esta organización cuyo máximo representante es
Puski, oligarca cuyo dinero y contactos políticos lo hacen “intocable” en el
mundo, exhibe una estructura organizativa (alta gerencia, gerencia media, área
operativa, seguridad) en negocios como la gasolina, el tráfico de armas y la
trata de blancas; nichos de mercado y un poder amparado en la falta de ética de
algunos funcionarios que forman parte de otras organizaciones e instituciones,
políticas, judicial o de seguridad ciudadana.
Sin embargo, estas mafias no podemos en
ningún momento considerarlas dentro de una estricta definición de empresa y
menos aún referirnos a la justicia, puesto que dentro de ese tipo de
organización los individuos no poseen derechos ni se rigen por normas
claramente establecidas.
Principios
éticos del Justiciero
Retomando
la definición de ética planteada al inicio, en la película El Justiciero nos
encontramos frente a un hombre, Mc Call cuya actuación podría estar enmarcada
en la “conciencia del deber ser”, de la responsabilidad, la conexión entre “el
bien ajeno y el propio”.
A lo
largo de la historia, identificamos en el protagonista algunos rasgos de su
personalidad como motivador, respetuoso, metódico, pulcro, organizado,
detallista, ritualista y eficiente, incluso al decidir matar. Y aunque no
conocemos con precisión su formación, presumimos que durante un largo período
de su vida fue miembro de una organización del Estado americano encargada de
velar por la seguridad nacional, de ahí el origen de su entrenamiento e incluso
de su filosofía de vida, que aplica tanto en la empresa donde labora “Home
Mart”, como en su interacción con las personas con quienes establece cierto
nexo afectivo.
Una
particularidad de este Justiciero del siglo XXI es el respeto al libre
albedrío, que coloca a sus rivales en posición de decidir y hacerse
responsables de sus decisiones. Lo vemos con Slavi, a quien se dirigió
para comprar la libertad de Alina, la
prostituta que intenta proteger, y les dice “te ofrecí la oportunidad de
comprar su libertad por 9.800 dólares…tu morirás ella continuará viviendo”.
Mc
Call se desenvuelve en organizaciones disímiles que responden a su doble vida
como gerente eficiente, en el día, y justiciero, igual de eficiente, en la
noche. En cada contexto, hace uso de recursos muy diferentes, pero siempre apegado
a su riguroso código de ética.
En
tal sentido podemos afirmar que es un hombre ético, que busca nivelar o superar
situaciones límite, en lo laboral, promoviendo la superación personal de sus
subalternos, y en su incursión nocturna,
actuando de manera legalmente poco ortodoxa ante hechos donde la justicia
tradicional no responde. Aunque no estemos de acuerdo, la filosofía y los
métodos que utiliza en un ámbito u otro, son altamente contrastantes y acordes
al contexto en que se desarrollan las situaciones.
Si
bien ante una problemática o meta existen diversas posibilidades para su
abordaje, la conducta del protagonista de El Justiciero responde a su
particular concepción ética. Una vez que pone en acción los recursos para
superar una situación, queda poco espacio para revertir cualquier elección, por
lo riguroso y extremo de sus métodos.
En
su vida nocturna es difícil considerar a Mc Call, como un líder por su papel de
justiciero. Es una actividad desarrollada en las sombras y que hace uso de
métodos cuestionados por la ley. Sin embargo, en sus funciones como trabajador
de “Home Mart” apela a mecanismos más aceptables, cónsonos con las prácticas
organizacionales modernas.
El
justiciero presenta dos extremos donde resalta el comportamiento ético del
personaje. Cuesta identificarse con las situaciones nocturnas, de las que sale
bien librado, y se justifican por las omisiones y debilidades de las
instituciones encargadas de velar que existan atrocidades como la trata de
blancas.
El
epígrafe del filme, "Hay dos grandes días en tu vida, el primero, el día
en que naces y el segundo, el día en que sabes para que naciste", cuyo
autor es Mark Twain, bien define la aparente dualidad ética de Mc Call, que se
mueve por igual en el luminoso mundo de la tienda de ferretería y en los
oscuros callejones, escenario de fechorías y maleantes, bajo una rigurosidad
ética incuestionable.
Para
Mc Call, hay personas con propósitos en su vida que están tratando de cumplir
su sueño, trabajando duro, esforzándose, pero hay cosas, personas y situaciones
que representan un obstáculo y no permiten alcanzar las metas. En estas
situaciones entra en acción El Justiciero, en inglés denominado como "The
Equalizer", cuya traducción literal sería "El Ecualizador", es
decir: una figura que iguala las situaciones y ayuda a la gente que no tiene el
nivel, los beneficios o son víctimas del abuso de poder.
Tomando
en cuenta la pretensión de Mc Call de “igualar” situaciones, su figura puede
ser considerada como la de un óptimo líder o gerente de una organización, pues
trabaja con justicia organizacional, alegando que "cada quien tiene algo
que hacer en el mundo". Su función es actuar como facilitador de esa
oportunidad que requiere cada empleado o cada individuo para progresar.