martes, 14 de abril de 2015

Invictus: Liderazgo transformacional en época de rupturas y cambios





“Esta nación tiene sed de grandeza”... la frase expresada por el personaje del presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, en la película Invictus (Clint Eastwood, 2009) recoge la visión de un líder cuyo accionar podemos identificar en lo que autores denominan liderazgo transformacional, cuya doctrina se construye a partir de valores, integridad de voluntades y bien común, por encima de intereses y habilidades individuales.

Obtener el reconocimiento y respeto como Presidente de la nación; evitar una guerra civil; conducir a todos los sectores, y principalmente al que representa, por el difícil camino de la reconciliación y no por el de la retaliación y venganza; lograr cohesionar a los ciudadanos en función del propósito común de ganar el Mundial de Rugby de 1995, devolviéndole a su pueblo la capacidad de tener un sueño colectivo de superación, se refleja en esta historia cuyo protagonista es reconocido a nivel mundial como un indiscutible líder.


Luego del triunfo obtenido en las elecciones presidenciales, el mayor reto para Mandela sería lograr la gobernabilidad en un país fracturado, separado no sólo ideológicamente sino también en cuanto a valores, rasgos de identidad, gustos y tradiciones, consecuencia de décadas de discriminación racial que implica la exclusión cultural, social, política y económica.  Un abismo que parecía infranqueable entre el mundo de los blancos y los negros. Lo anterior se evidencia en una escena en la que un niño va a un centro de beneficencia y lo único que recibe es una franela usada del equipo de Rugby The Springbooks que se niega a recibir. Prefiere no tener ropa a vestirse con los símbolos del opresor.

Modelo para sus seguidores

“Déjenme guiarlos ahora”…No se puede dar lo que no se tiene. Mandela permaneció por casi 30 años en prisión, conoció de primera mano a su adversario, lo estudió aprendió de él y también aprendió a perdonarlo. No fue un santo, ni pretendió serlo, reconoció incluso públicamente en una entrevista de TV, su animadversión contra el equipo The Springbooks, por lo que representaba: el apartheid.

No obstante, como estratega entendió que valiéndose del equipo de rugby, de su significado para un sector de la sociedad (los blancos) e incluso lo que podría llegar a representar para los negros (el jugador Chester), y de la campaña de imagen que incluía encuentros en los barrios con los niños, podría iniciar el proceso de reconciliación social.

“Haré lo que haga falta para terminar el ciclo”…El rol de Mandela a lo largo de la trama de Invictus evidencia un líder en posición de autoridad, respetado y admirado por sus seguidores, con una fuerte visión y personalidad que le permitió cambiar las expectativas, percepciones y motivaciones a toda una sociedad. Recordemos lo ocurrido durante la reunión con los representantes del deporte de su partido cuando pretendían eliminar a The Springbooks o la influencia que logra ejercer en el capitán del equipo François Pienaar, a quien inspira y motiva para alcanzar el triunfo no sólo de la Copa Mundial de Rugby, sino el logro que suponía la reunificación de toda una nación, ávida de grandeza.



En el transcurso de la película identificamos en Mandela  las cuatro características que según Bass (1994)  posee un líder transformacional: estimulación intelectual (desafío del status quo – superación de las prácticas del apartheid), consideración individualizada (comunicación con los sectores de la sociedad, búsqueda de modelos forma individuales y colectivos); inspiración y motivación (articulación de los sectores de la sociedad hacia logros comunes -ganar el Mundial de Rugby-, sobredimensionar los logros hacia otras áreas de interés común); Influencia idealizada (nexo racional y afectivo que lo transforma en paradigma e inspiración entre diversos sectores de la sociedad, en este caso, la trascendencia de Mandela como líder es histórica y obtiene el reconocimiento mundial).

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